miércoles, 24 de octubre de 2007

El Tío Domenico

Era frecuente escuchar hablar del hermano de mi abuela. Mi madre lo llamaba el tío Felipe. Ella asociaba que como sus hermanos se llamaban Felipe y Francisco, seguramente el hermano de su mamá, era Felipe.

Me encontraba buscando su entrada a los Estados Unidos y me resultaba imposible. Comentándolo con mi tía Cándida, la hermana de mi madre, me respondiò:

- Claro, no lo vas a encontrar porque el hermano de tu abuela se llamaba Domenico.

Se imaginan, corrí a mi computadora y volví a colocar los datos que de él tenía y ahí estaban, un montón de Domenicos. Había que descubrir cuál era el correcto. Busqué por lugar y seleccioné algunos posibles.

Hace mucho tiempo mi madre me había contado que mi tatarabuela le guardaba a mi abuela abajo de la almohada los coditos del pan, ya que a ella le gustaban mucho.

Mi abuela tenía unos 8 o 9 años de edad. Una noche, cuando fue a acostarse buscó debajo de su almohada y no encontró los coquitos. Desesperación.
Domenico se reía en su cama porque él había llegado primero y se los había comido.

Ustedes se preguntarán qué hizo entonces, Elisabetta. Bueno, resulta que ni corta ni perezosa le tiró a su hermano con un tenedor que le pegó arriba del ojo. Domenico estuvo mudo del susto un montón de días, pero jamás volvió a repetir esa hazaña.

Se preguntarán qué tiene que ver esto con la llegada de mi tío a los Estados Unidos...

Resulta que cuando aparté los pasajeros seleccionados, solo había un Domenico que tenía una cicatriz arriba de su ojo.

Por eso, si buscas a tus antepasados, grabate los detalles de las historias contadas por los "mayores" de la familia. Uno nunca sabe cuando un detalle mínimo, y aparentemente sin importancia te puede servir.